Hoy día es raro encontrar a gente que no haya oído hablar de la saeta, y es que aunque esta palabra posee varias acepciones, la más conocida es aquella que va ligado al folclore popular. Ese canto desgarrado que se entona al paso de los tronos de Semana Santa, y que tiene como esencia la fe y la pasión. El cantaor o la cantaora se asoman a un balcón, y como si de una proclama se tratase, comienzan a entonar unos versos.
Son muchas las saetas que se han compuesto a lo largo de la historia de este género (permítanme llamarlo así), pero sin lugar a dudas, la más famosa de ellas es el poema La saeta, compuesto por el hispalense Antonio Machado. En torno a esta composición poético-religiosa hay un gran misterio e intriga en muchos aspecto. Llama la atención que siendo sevillano y de profunda ideología de izquierdas (como se autodefinió en su poema Retrato: Hay en mis venas gotas de sangre jacobina) escribieran unos sentidos versos, cargados de fe y devoción, a un Cristo crucificado de cuatro clavos de la ciudad de Granada. Una imagen, cuya advocación es Santísimo Cristo del Consuelo, y que es la titular de la Cofradía de los Gitanos de la capital granadina. La verdad es que es algo que sorprende. El poema aparece recogido en la obra Campos de Castilla, publicada por primera vez en al año 1912.
Pero hay más en esta historia. Tuvieron que pasar varias décadas, para que un famoso cantautor catalán, Joan Manuel Serrat, pusiera música a los versos de Machado, entre ellos a La saeta, convirtiendo a este poema en uno de los grandes himnos cofrades. La famosa canción es publicada por primera vez, en 1969, en el LP “Dedicado a Antonio Machado, Poeta” en la pista número 6, con arreglos y dirección de orquesta a cargo de Ricard Miralles.
He querido aprovechar que se acerca la Semana Santa, para contar esta historia tan curiosa e invitar a los lectores del blog a leer los versos del gran poeta sevillano y a escuchar el poema cantado por Joan Manuel Serrat.
Con todos vosotros: LA SAETA.
¿Quién me presta una escalera
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Saeta popular
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!