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2016 / 28 septiembre

Viaje a Macondo


“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.” De esta forma comienza uno de los grandes libros de la literatura del siglo XX, la obra que impulsó a Gabriel García Márquez al Olimpo de los grandes literatos de la historia, ‘Cien años de soledad’. Aquella novela cambió por completo la vida del escritor que vio, como en cuestión de semanas, su vida pasaba de la pobreza al éxito y la fama.

Pero antes de que aquel sueño de juventud se convirtiera en realidad, la vida de García Márquez no fue nada fácil. Nació el 6 de marzo en Aracataca, en el seno de una familia numerosa. Durante sus primeros años de existencia estuvo al cuidado de sus abuelos maternos, quienes influyeron de forma notable en la vida del escritor, especialmente su abuelo, del que decía que era como el «cordón umbilical con la historia y la realidad». Tras su paso por la Facultad de Derecho y su gran interés por los grandes escritores de su tiempo -como Kafka o Faulkner-, comenzó su carrera profesional como periodista al par que iba dando rienda suelta a su vena literaria, aunque, sin mucho éxito, ya que su cuento ‘La siesta del martes’ no pasó la primera selección del concurso organizado por el periódico ‘El Nacional’ de Caracas y poco tiempo más tarde, la editorial Losada rechazó el manuscrito de ‘La hojarasca’.

Pero aquellos fracasos, no amedrentaron al novelista, que se hizo habitual de las tertulias literarias de Bogotá, al mismo tiempo que escribía textos para periódicos, por los que recibía una miseria de sueldo. Su delicada situación económica le llevó a dormir cada noche en un burdel del callejón del Crimen, rodeado de numerosas chicas de compañía, que años más tarde serían recordadas en su obra ‘Memoria de mis putas tristes’.

Durante su estancia en París, la situación no fue a mejor, y García Márquez se vio obligado a recoger vidrios de las calles, cantar en restaurantes o pedir dinero en el metro para ganar algunos francos. Estando al borde de la indigencia, fue la caridad de la gente de la calle, los amigos y las amantes del colombiano la que contribuyó en mejorar su situación económica, pero fue sobre todo, en este apartado de su vida jugó un papel muy importante Mercedes Barcha -la que años más tarde sería su mujer-, que hizo auténticos malabares para poder sacar a la pareja adelante durante sus años de noviazgo. Tanto es así, que Mientras García Márquez estuvo encerrado escribiendo ‘Cien años de soledad’, fue ella quien consiguió que el tendero le fiara las compras, asegurándole que el aquel libro los sacaría de pobres. Por aquel entonces ya habían nacido sus dos hijos Rodrigo y Gonzalo.

Y bien es verdad, que Mercedes no fue muy descabellada al pensar de esa forma, ya que en 1967 ‘Cien años de soledad’ ve la luz y en cuestión de semanas se convierte en un éxito mundial, que saca a García Márquez del anonimato y la pobreza, y lo sitúa junto a los mejores literatos del momento. Aunque aquello no era lo que más le importaba: «Ya puedo dedicarme ciento por ciento a la literatura», decía con entusiasmo a sus amigos. Aquel ansiado éxito le llevó a congresos y universidades de todo el mundo, asimismo, se codeó con grandes nombres de la cultura o la política -entre ellos, Fidel Castro, con el que mantuvo una gran relación-. Pero todo ello no alteró a García Márquez que siguió dedicándose en cuerpo y alma a la literatura. En 1975, publicó ‘El otoño del patriarca’ y en 1981 ‘Crónica de una muerte anunciada’. Pero sin lugar a dudas, el año más importante para el escritor fue en 1982 cuando recibió el Premio Nobel de Literatura, que terminó de encumbrándolo hasta el Olimpo de los grandes nombres de la literatura mundial.

Después de aquel gran éxito, la vida del colombiano volvió a dar un giro, cuando en 1999 se le diagnostica un cáncer linfático. A la par que su salud se iba debilitando, su creación literaria decaía, sumiéndose en un universo de brumas y sombras, y dejando de un lado la ficción, para dar paso a sus textos biográficos, ya que en 2002 ve la luz “Vivir para contarla”, la primera y hasta el momento única entrega de las memorias del novelista. Aún quedan pendiente otros dos tomos, uno repasando su trayectoria literaria, desde ‘La hojarasca’ hasta ‘Cien años de soledad’, y un tercero, en el que García Márquez pensaba narrar sus relaciones con los políticos a los que trató a lo largo de su vida. Pero sus familiares dijeron que no sería publicado hasta que muriesen el propio autor y algunos de los personajes que en él aparecen, sobre todo Fidel Castro.

En los últimos años de su vida, y prácticamente derrotado por la enfermedad, García Márquez se alejó de la vida pública para recluirse en su casa de México. Finalmente, el 17 de abril de 2014, la vida del escritor colombiano llegaba a su fin, dejando tras de sí una vida llena de sonrisas y lágrimas, y una obra literaria digna de un genio de las letras hispanoamericanas. A diferencia de algunas de las estirpes de sus novelas, para García Márquez habrá una segunda oportunidad en Macondo, aquel lugar en el que nos hizo soñar.

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