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2016 / 10 septiembre

Miguel de Unamuno: alma profunda y triste


sanmanuelbuenoCuando se habla de Miguel de Unamuno, rápidamente nuestra mente nos lleva al campo del ensayo filosófico o de la novela, pero la verdad es que este genio español, trabajó otros géneros de la literatura, como del teatro. Si tuviéramos que describir a Unamuno, diríamos que era una persona solitaria, con un cierto pesimismo y tristeza que lo envolvían en una atmósfera solitaria de profundo pensamiento y reflexión.

Su vida fue compleja. Nació el 29 de septiembre de 1864 en Bilbao, España. Vivió una infancia compleja, debido a que se vió inmerso en las Terceras Guerras Carlistas. Con 19 años finaliza sus estudios de Filosofía y Letras en Madrid. Su vida estuvo a caballo entre la producción literaria y la docencia, desarrollando gran parte de su trabajo en la Universidad de Salamanca, de la que fue nombrado Rector Vitalicio tras su jubilación. Sus ideas y pensamientos le llevaro a ser uno de los máximos representante de la Generación del 98, y a su vez,  a ser represaliado políticamente e incluso desterrado durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera.

Durante la República, ya jubilado del magisterio universitario, dedica su tiempo a la política, siendo concejal de esta ciudad castellanoleonesa. Cuando estalló la Guerra Civil española, Unamuno apoya en un principio a la sublevación, pero poco tiempo más tarde se arrepiente públicamente. Sus últimos días los pasa bajo arresto domiciliario.

El 31 de diciembre de 1936, el escritor muere en su domicilio de Salamanca, de forma repentina, en el transcurso de la tertulia vespertina que mantenía regularmente con un par de amigos. El hispalense Antonio Machado escribió al conocer su fallecimiento: “Señalemos hoy que Unamuno ha muerto repentinamente, como el que muere en la guerra. ¿Contra quién? Quizá contra sí mismo”.

Miguel de Unamuno contribuyó enormemente a la literatura y a la filosofía con una producción íntima y crítica, consecuencia de una profunda reflexión. De entre sus obras destacan San Manuel, bueno y mártir, Niebla,En torno al casticismo o Del sentimiento trágico de la vida.

Como es muy difícil escoger un fragmento de uno de sus textos más señalados, he decidido dejaros como punto y final a este homenaje, unos versos del propio Miguel de Unamuno.

Morir soñando, sí, mas si se sueña
morir, la muerte es sueño; una ventana
hacia el vacío; no soñar; nirvana;
del tiempo al fin la eternidad se adueña.

Vivir el día de hoy bajo la enseña
del ayer deshaciéndose en mañana;
vivir encadenado a la desgana
¿es acaso vivir? ¿y esto qué enseña?

¿Soñar la muerte no es matar el sueño?
¿Vivir el sueño no es matar la vida?
¿A qué poner en ello tanto empeño?:

¿aprender lo que al punto al fin se olvida
escudriñando el implacable ceño
-cielo desierto- del eterno Dueño?

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